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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
jueves, marzo 20, 2003:
de aquellas cosas cotidianas de las cuales casi no escribimos
Hace un par de días me dedique a leer blogs por horas. Se me hizo algo curioso encontrar en varios de ellos (el de Jay, el de MaurofromEnsenada y no me acuerdó cualotro) algo referente al hecho de irse a cortar el cabello y la nula comunicación que hay entre quien proporciona el servicio y el que lo requiere. Bueno, eso me incitó a escribir lo que viene a continuación.
infancia.- Mi padre insistía en llevarnos un sábado sí y otro también a «sacarnos punta». Literalmente, su corte favorito siempre fue el «flat top» o a «lo soldado americano», como decía uno de los 4 peluqueros (todavía hoy se me hace very funny esa palabra) que aún trabajan en la nunca bien recordada Estética Viena del downtown tijuanero. Mis hermanos y yo peleabamos porque no nos tocará aquel señor chaparrito y mal geniudo del centro porque, invariable e inevitablemente, terminabas trasquilado y con un jalón de cabellos. Nunca tuve una conversación con alguno de ellos, my dad siempre tuvo la última palabra para responder a la eterna pregunta peluqueril: ¿Cómo lo quiere?
adolescencia: Justo cuando iba a entrar al tercero de secundaria, motivado por la entonces muy sustanciosa mesada, me aventuré a buscar otra peluquería y no sufrir ni «flat tops» ni trasquiladas. No caminé mucho, apenas cuatro cuadras a la redonda y encontré la Estética D'León. Era más elegante y uno de los dueños era un tipo atrapado en los sesenta más mauriciogarcescos que se pueda uno imaginar. Total, como todavía no tenía peluquero oficial me atendió el primero que se desocupó. El asiento del fondo, a la izquierda. Nunca supe su nombre, no estuvo mucho tiempo ahí. Le dije muy seguro que me hiciera un corte tipo punk (influencia de mi lectura de la revista Sonido y aquellos discos ingleses que compraba en la Discoteca Imperial o en Repertorio Serrano). Salí de ahí con un look de skinhead (que, btw, así le puse a mi equipo de volibol; el de basquet se llamó Pitufos). Poco después decidí quitarme las patillas (era el look de nomeacuerdoqueartista y cuando llegué al Colegio me dieron tremendo carrillón que duro hasta que otro amigo llegó con el mismo corte de cabello).
En la prepa fue la época de aquellos raro peinados que se veían en MTV. Cabe decir que he roto casi todas las fotografías mías que documentan aquellos tiempos. Un desastre. El peor fue el copetillo a lo Martin L. Gore (de Depeche Mode). What a shame! BTW, todavía seguía yendo a la estética D'León y ahora me atendía un señor gordito que respondía al nombre de Fernando y que era el único con la paciencia y sapiencia para domar los cinco remolinos que tengo en la cabeza. Casi siempre me preguntaba por como me iba en la escuela (por aquello de la mochila azul llena de chapitas) y cosas así.
La estética tiene gran tradición. O al menos, eso se puede captar cuando ves quien llega a cortarse el pelo. Viejos residentes, políticos de la vieja guardia, jefes policíacos y etc. Las conversaciones giran en su mayoría acerca de fútbol (uno de los dueños juega en un equipo de veteranos, le va al León si mal no recuerdo) y política. En sus mesas reposan ejemplares de Siempre!, El Mexicano y TV Novelas.
juventud.- Un día me di cuenta que llevaba años con el mismo corte de pelo (ey, con algunas variaciones pero era, en esencia, el mismo). Por esa época salía a antro alternativos y conocí a una chica que, casualmente, cortaba el pelo. Fui con ella por espacio de dos años o algo así (lo que duro nuestra amistad). Atendía en su casa que siempre estaba llena de gente, así que mientras hacía su trabajo, se dedicaba a contar y reinventar el quehacer cotidiano de todo nuestro grupo de amigos. Yo sólo la escuchaba, nunca comenté nada porque ya sabía que podría ser repetido y reinventado por ella en cualquier momento (con el próximo que fuera a cortarse el pelo). Era chistoso escucharla hablar y hablar, super funny. Ah, pero que bien te dejaba (salvo que tenía la tentación de querer arreglarte las cejas y bueno, los ahora DJ Tolo y DJ S Chuy sufrieron por eso).
segunda juventud :) .- Después volví a la estética D'León con sus pláticas de fútbol y de política. Pase también por un salón cercano a mi casa y nunca me dejaron bien (y eso no impedía que les dejará propina). Regresé a la estética D'León con un Fernando un poco más gordo pero que aún sabía domar esos cinco remolinos que tengo en la cabeza.
Hace poco me acordé de que en un party Electroluxe me encontré a Marco (peluquero darkie-rave que conozco buten years ago) que me paso un flyer de su salón. Hairspray (como la peli de John Waters). Unas dos semanas atrás fui al dichoso salón (previa cita porque Marco es mega star en el circuito under tijuanero). Tenía música cool (the Pretenders), una decoración minimalista. Antes de cortarme el cabello y decirme que tenía un cabello difícil, lanzó la pregunta peluqueril de batalla y me sentí con la confianza de decir: «Hazme el corte que tú pienses me quedará bien». Así vi caer mi cabello mientras platicabamos de su último viaje al DF (le hartaron los parties trance, fue a ver a las Ultrasónicas en vivo, se encontró a Fran Ilich, se compro discos en el Chopo y etc.), del festival Coachella (ha ido a los anteriores, se muere por ver a Ladytron) y más. Cuando estaba por terminar, llegaron tres clientes más. Los recibió con una gran sonrisa y diciéndoles: «ahora terminó y sigo contigo». A mi me dejo con un corte neo punkie tipo universitario, nada placozo que me explico como si estuviera diseccionando un texto crítico de Baudrillard. I like that very much. Creo que encontré al peluquero perfecto.
rafa //
jueves, marzo 20, 2003
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