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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
martes, junio 10, 2003:
del baúl de los recuerdos
Instantáneas del desconcierto
(Tales from the Generation TJ)
"Yo no quiero ir, ese antro está bien heavy" nos dijo Joel cuando lo invitamos al Kinklé para agregar un "aquí les espero, si quieren yo les cuido su cartera". No sé, le digo, ¿a poco te da miedo? Gabo, Rodolfo y el Borges están decididos a correr el riesgo de nuevo aunque ellos, nada tontos, le encargan sus respectivas mochilas a Joel para evitar repetir malas experiencias.
Con el valor que dan unos cuantos tragos, ni tantos pienso, marcamos nuestra ruta hacia la calle primera; mientras esperamos nuestro turno para cruzar la acera, en la esquina escucho a un policía decirle a otro "Ya vienen los niños bonitos a echar desmadre". Ey, es un mamón pero, we're so sorry, nosotros no tenemos la culpa de su IQ ni que tengan que desempeñar un trabajo así, por lo que mi sonrisa burlona lo dice todo con un "Get Lost". Vuelta a la izquierda, calle abajo, otra vuelta y llegamos al bar del que todo mundo habla marranillas [sic]; rápidamente nos sentamos en unas de esas incómodas bancas de metal para pedir la primera caguama de la noche con el fondo musical de las canciones maquila de Rocío Dúrcal que, dicho sea, odio a mogollón.
Rodolfo parece que sigue un juego de tenis: mira hacia un lado, voltea al otro para luego decir "Este lugar merece una crónica". Gabo mata su ingenuidad diciendo "No seas mamón" agregando que el lugar es una crónica viva y palpable. Yo les digo que no es para tanto, conozco peores lugares pero, de repente, sin querer mi vista se queda fija observando un match amoroso entre una fornida lesbiana y un travestí. Oh my God! eso si que es gender-bender, le digo a Rodolfo que no sale de su asombro. La reacción de Gabo es decir "Qué bárbaro, qué bárbaro" y pedir otra caguama. Pago los ocho pesos, le doy un largo trago y decido bailar The sign y una de Thalía en la dizque pista, sin importarme que sucede a mi alrededor: un borracho vomita al lado, un cholo amenaza a una power lesbian con una navaja y una puta senil avanza decidida hacia mí, paso de ellos y vuelvo a la mesa. Pinche vieja, que fea esta, te la encuentras en la oscuridad y te mata de un pinche susto. Al preguntarles si querían otra caguama obtengo un «Sí» unánime y riéndome les digo "pues ustedes pagan, pinches gorrones" mientras voy al maloliente baño.
I'm back. ¿Te lo puedo creer? inquiere Gabo con una ironía casi imperceptible cuando le digo la experiencia que tuvo Tomás, un amigo de ambos, esta tarde con el Grupo Táctico al bajar del taxi. ¿Eres mexicano, a ver saca una identificación? Si, aquí esta ¿No traes droga, en que trabajas? No, soy maestro y toco en un grupo ¿Qué tal que si te reviso? No tienen derecho. En pleno centro y ante decenas de personas que, chismosas como siempre, se le quedaban viendo como si fuera el peor criminal; al final lo dejan ir no sin antes advertirle que se corte el cabello y se vista bien si no quiere tener problemas. Todo encabronado Tomas me dijo "Ahora resulta que los del Táctico deciden que te puedes poner y que no, lo que hace una credencial en el poder de unos assholes". Aja, le conteste, es que te vistes bien gacho y con ese look que te cargas hasta yo te mandaba a bañar. Después de reírnos, coreamos el "Para que no me olvides" de Lorenzo Santamaría y una de Leo Dan que no me acuerdo como se llama. Monedas o algo así.
La noche disuelve los sentidos y no son pocos los machitos que caen bajo el encanto ficticio de los travestís y el Borges, inexperto en estos malabares de silicón y pelucas, cae absorto ante la mirada provocativa de uno de ellos. "Cuando se te quitará lo pendejo, mirale las manotas: es vato" le dice Gabo riéndose a tope; el Borges empieza a dudar si le están diciendo o no la verdad y decide ir a la mesa de la chica a averiguarlo por cuenta propia. Yo iba a pedir otra cagua pero Rodolfo quería conocer el Zaca así que me acerco a la mesa en donde estaba el Borges y la chica maravilla (es un chiste viejo, luego lo cuento) para avisarle que nos marchábamos ya.
Oye Javi, te presento a Susana- me dice él- y ella extiende muy femeninamente la mano para saludarme y al momento de tocar la mía me hace un gesto lascivo en la palma. Ya saben ustedes cual y como dicen en la tele "a mí eso no me gusta nadita", por lo que le pregunto en seco al Borges si se va ir con nosotros o se va a quedar; para mi sorpresa decide quedarse a platicar con la chamaca. Abandonamos el lugar pero a Rodolfo, siempre tan buena gente, le remuerde la conciencia y va por el chico, lo rescata de las manos de Susana y salen los dos corriendo del bar. El Borges nos pide que no le contemos nada a nadie. Ok! I don't care about your sex life anyway, le digo mientras cruzamos calles en dirección al Zaca; ya estábamos a punto de entrar cuando recuerdo como flash back las peleas que vi la semana anterior y les digo a los tres "son apenas las dos de la mañana, si nos apuramos podemos ir al club A a ver el concurso de las mejores tetas de California". En menos de cinco minutos llegamos.
* publicada, long time ago, en el semanario Bitácora
(03/04/95)
rafa //
martes, junio 10, 2003
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