LA CIUDAD EN MOVIMIENTO

lunes, agosto 25, 2003:

Por la calle

Te preguntas que busco al recorrer esta calle eterna, en la city que tanto denostan en las tele news, en el ir y venir de crímenes y logros. La respuesta no la conoces y haces bien, a veces es mejor la duda, abrir camino y echarse a andar sin saber el destino. Te diré algo: en la calle esta esa verdad tan esquiva, ese feeling de no pertenecer y la voluntad de fluir y fluir.

Es la sonrisa coqueta que te ofrece una chica guapa enfundada en línea Versace y la cara dura de una mujer policía que controla el tráfico en la calle Segunda. Es la vieja tranza —lleva años ahí— pidiendo una «ayudita para mis niños» y el drug fiend que pide un peso para el taxi. Son las tiendas de saldos «made in China» y los estudiantes que, sin preocupación, van echando relajo por todo (ya tendrán tiempo para llorar por un «No future»). Es la pseudo enfermera que ofrece tomarte la presión por diez pesos y la maquila girl que te pregunta si te pasa lo nuevo del Gigante de América. Es el niño que intenta limpiar tus zapatos con una toalla magitel y los merólicos que venden unguentos y baratijas. Es el sonido de una navaja en manos de un «tecato» en busca de una feria extra y la languida súplica de un anciano ciego y limosnero. Es la prostituta chochi que te invita a tomar tequila o ron en un bar de mala muerte y el viejo pedófilo que intenta convencer a un chico de la calle. Es la «seño de las flores» y la «Charrita del espacio» cantando éxitos de José Alfredo. Es el loco que sonrié tristemente y que, al recoger un trozo de pan, enseña su sucio culo y es aquel vato loco de antaño convertido en un guiñapo por la efedrina. Es Johnny, el ex drogadicto, pregonando la Biblia a todo pulmón y son los incautos niurros de quinta generación, convertidos en rebeldes de mostrador en la esquina de Tercera y Revolución. Son los gringos en busca de discotecas con cerveza barata y las nada baratas caricias de una chica del México Lindo. Es la gente en el Sanborns o en Las Pulgas esperando a que pase algo (no va a pasar) y el jalador que insiste en aquello del Donkey Show. Es el sudor asfixiante de los albañiles al bajar de la calafia y el olor de las tortas cubanas que se devoran con gusto en la madrugada. Es el uniforme de las cajeras de los bancos, el letrero en varios idiomas de «Bienvenidos a Tijuana»- Es el travestí que incita con su desparpajo las risas de los taxistas y la mixteca casi niña ya adolescente con el rostro quemado por el sol. Es el cartel que anuncia el próximo concierto y la nueva sensación grupera sonando por los auto estéreos. Es la familia negra con t-shirts de Malcolm X y el puesto de revistas porno usadas. Es la esperanza en los rostros de hombres y mujeres, las ofertas de trabajo que se dejan en las cabinas de teléfonos y las alcancías vacías de los voluntarios del Ejército de Salvación. Es el puesto ambulante de tacos varios y la sonrisa de un agente de tránsito al infraccionar a un emigrado. Es la pareja que pelea por no sé que cosas y el llanto insoportable de una chica vestida completamente de rojo. Es la funeraria a la que entras para robarte un café y galletas, el vaquero borracho que orina en la puerta de un restaurante de comida china y los stickers de neo graffiti que reciclan las pintas que dicen «Hem, Keen, Shente y Sueño".

Soy yo, esperando el día en que dejes de buscar algo que quizás nunca encuentres. Tal vez después, cuando te des cuenta, te decidas y vengas por mí.

* Este texto apareció en el suple cultural de El Heraldo en 1993. O algo así.

rafa // lunes, agosto 25, 2003