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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
viernes, agosto 22, 2003:
hell stuff
A pesar de mi background católico (ni modo, pase parte de mi educación primaria y secundaria en un colegio franciscano) no creo en el infierno. En cuanto pude abandoné la religión (en la práctica a los catorce años; el nunca bien entendido sentido de culpa, poco tiempo después). Muy sartreano (se dirá así?) creo que el infierno son los otros (y viceversa, no?).
En fin, en un juego que posteo Logovo hace días estoy en el cuarto círculo (Rolling Weights) que, btw, no me parece tan mal. O, por lo menos me fue mejor que a su amiga Cecilia (Circle IIX Immersed in Excrement)...
Vete al infierno siempre se me ha hecho una idea bastante fuerte; el «Go to hell» gringo me suena a broma, un pálido «no me chingues» o la versión groovy de «get out of here».
Mandar al infierno al otro es traer a nuestro entorno actual toda esa culpa católica que nos ha sido impuesta desde ¿siempre? Mandar al infierno al otro es reconocer que nuestra presencia en este mundo es inútil, que todo se reduce a cuestiones de recompensa y castigo. Mandar al infierno al otro es una comodidad que evita enfrentar lo que no nos gusta, lo que nos hace daño o lo que no entendemos.
Por cierto, el infierno en Tijuana es un bar que está abierto casi todo el día. Muy recomendable.
rafa //
viernes, agosto 22, 2003
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