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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
viernes, noviembre 21, 2003:
día 2
A las 9am ya estabamos desayunando. Ey, un desayuno continental —pan tostado, café y jugo— no es desayuno. Enfilamos a buscar otras opciones. En el Mercado Municipal hay muchos freaks pedigueños y Hache no deja de reírse de mis chistes politicamente incorrectos (ey, denle un pañuelo a ese tipo para que se limpie los mocos; ey, a ver, do the worm. Ya sé, no es lo mismo si ver al personaje...). La comida super barata: dos tortas, soda y agua por 30 pesitos.
Recorremos las calles del centro laguense. En cada esquina hay una rampa para discapacitados pintada de azul o naranja. Cool. Vamos al tianguis que propuso el Encuentro: pocos puestos, uno del Chopo chilango (ahí me compro un par de libros sobre rock mexicano). Despues nos vamos directo a la Casa Serrano, sede del evento. Hache presenta su ponencia a la 1pm así que despues de buscar y buscar damos con el sitio (ayer estuvimos ahí pero era de noche...).
En la mesa de Hache hay un tipo de Monterrey, Nacho Betancourt del DF y un laguense. Sobresale nuestro amigo, lo aplauden, lo confrontan y sale avante. Ah, no debiera molestarme nada pero odio cuando la gente se refiere a otra diciéndole «Compañero». Por cierto, Carlos Rentería se aventó la frase del día cuando al terminar la participación de los ponentes dijo: ¿Iniciamos el debate o quieren una línea de coca? O algo así. El asunto era ver si el término «contracultura» sigue vigente o no y etc.
Antes de que acabara el show —estabamos en eso de las preguntas— llego un tipo con dos cartones de cerveza y las empezo a repartir entre el público. Carajo, si esto se hace en un sitio mega conservador, ¿qué se podría hacer en TJ? Ah, luego nos comentó que en ese lugar se reunen los obispos, sacerdotes y etc. (Nota culturosa: la catedral está muy killer).
Despues de la comida, nos fuimos a conseguir los boletos para nuestro regreso a Guadalajara. Y de ahí al hotel. Me quede revisando mi ponencia y Hache fue otra vez a Casa Serrano. Volvió casi de inmediato. Me dijo que cuando llego ya estaban hablando mal de «los de Tijuana». O sea, de nosotros (o mejor dicho, de él pero como vamos en paquete). Pues eso.
Cuando me dirigía al café internet, un camioncito con autoparlantes anunciaba que el alcalde invitaba a todos a presenciar en pantalla gigante la pelea de despedida de Julio César Chávez (tomen nota: pelea un laguense). Cool. Si no voy a una fiesta intercolegial a la que nos invitaron, le caeré allá.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
rafa //
viernes, noviembre 21, 2003
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