LA CIUDAD EN MOVIMIENTO

viernes, julio 02, 2004:

1. “Y si, espero que vaya” , le digo sonriente a Roberto Castillo. Eso es material para una crónica, me contesta después de escuchar el relato de mi asalto. Ya hasta tenía un título provisional para ello. Les cuento: hace 3 semanas, casi al final de una larga noche de fiesta y barra, camino de un bar a otro bar me sorprendió un tipo al querer hacerme la llave china (te agarran del cuello, aprietan no sé músculo y, pum, al suelo compa) pero, je je, por mi peso e instinto no lo logró. Pensé en darle un cabezazo para que me soltara, tal y como lo vi en un programa de defensa personal, pero de inmediato senti del lado derecho de mi no muy duro estómago la punta de una naifa que no quise averiguar si era filosa o no. Como dicen por ahí, flojito y cooperando. En menos de ¿30? ¿40 segundos?, se llevó mi cartera y desapareció más pronto que lo pude decir: Ey Buda, me asaltaron.
El caso es que, le comente al Rober en medio de la charla de Emmanuel Carballo en el CECUT, que el miércoles siguiente me encuentro al carterista en un bar. Lo reconocí. Si, creo que ya he dicho que tengo memoria de elefante. Estaba sentado solo en una mesa. Pedí una cerveza y me acerque. Le solte un: Y mi cartera? Se saco de onda. Me sente. Que onda wy, paso del dinero pero no de mis papeles. Ya no la tengo, me dijo. Se la dio, supuestamente, a un tipo que se dedica a vender fake ids a ilegales. Mmm, y cómo le hacemos para recuperarla? En eso estabamos cuando empezaron a caer a la mesa lo más variopinto del lumpen-prol: otro chinero, un robacadenas y relojes que ofreció sus últimos logros por 250 pesos, un puchador y otros raterillos de baja estofa. Si, ustedes se preguntaran: ¿qué hacía ahí? Mmm, quería mi cartera y, ya de pasadita, conocer los motivos del lobo. Como decía Hanna Arendt, uno puede vivir perfectamente sin hacer nada pero no puede vivir sin tratar como mínimo de comprender cuánto ocurre. Así sea un asalto.

WTF, nunca pierdo nada y pensar que algún salvadoreño —no offense, indeep— pudiera traer mis ids me puso frenético. Entre tanto, me entere como se mueven estos tipos que casi nunca suben al downtown, que tienen múltiples paros con policías y jueces, que viven al día en hóteles que cobran 20 dólares por día y que, usted disculpe mi compa, ya se nos hace tarde para ir a talonear para la cena. Otra cerveza y una oferta para que me regresaran my wallet. Ocho y media pm en el McDonalds de la calle Segunda. Ok, adiós.

Al terminar la conferencia de Carballo, me despedi del Rober y baje al downtown. Esa noche ponía discos en el Proyector Chelero así que, para evitar tentaciones, le di mi carpeta de CDs a Rosita para que se la llevara y allá me la entregara. Digo, uno podrá ser medio confiado pero no tonto por completo. En fin, llegue a las 8:15, pedi una soda y papas grandes (lo único comestible en McDonalds, su comida apesta). Dio la hora indicada y nada, espere hasta cinco a las 9pm y nada. Cruce la calle, tome un taxi libre a la Cervecería Tijuana y allá, conté la historia a unos amigos. Después toque un set de hip hop macarra y algo de electro pop.

¿Fin de la historia? No, por cuestiones del destino me lo volví a encontrar en otro bar pero, tras verlo directamente a los ojos, decidi no mover ficha. Se quedo pasmado, esperando mi reacción. Podría haber llamado a unos de esos amigos míos que están buscando con quien pelearse de gratis, le hubieran puesto una madriza de antología. Sin embargo, pueden decirme superticioso o cualquier otra cosa pero creo en el karma. Además, pensé: No es mi territorio, si llamaba a un policía de ahí cerca lo más probable es que ambos se rierán de mi o que me buscara un problema innecesario o se lo buscará a mis amigos. No valía la pena. Mmm, además mis id’s caducan este mes. Así pues, segui bebiendo cerveza y platicando buten cool con un pintor bloguero que me reconoció en el lugar.

2. Ayer caí al Proyector Chelero, la cita habitual cada quince días. Ponían Blade Runner pero eso no era lo que importaba. La he visto varias veces. Me quede en la puerta a platicar con toda la clica. De la peli que acababa de ver en Cámara Alternativa, de nuevos nombramientos en el CECUT, de posibles viajes y etc. Todo bene? Pues eso.
Al rato llego una amiga para contarme una historia que no me dejo dormir. “Rafa, a un amigo le paso lo mismo que a ti. Lo asaltaron y después se encontro al ratero. También le pidió que le regresara su cartera y quedaron de verse ahí en la Calle Tercera y Constitución”. Hasta ahí va igualito, no? Pero lo que sigue es como de historia de terror psicológico o cine clase C.

El chico llego al lugar, le llamo a un amigo policía y quedo en marcarle cuando vinera el tipo que lo asaltó. Buena idea, no? Si, pero no. El tipo llego, junto con otros dos, en carro y apunta de pistola lo subieron. Nunca pudo hacer la llamada. Lo estuvieron paseando y amenazando con darle un tiro. Se lo llevaron hasta Rosarito, ahí después de insistir en que lo iban a matar, fue víctima de una violación. Finalmente lo dejaron desnudo en un centro comercial. Como pudo llego a su casa, no salió en días y por ello casi pierde su trabajo. Cuando explico lo que sucedió, fue dar al psicólogo y ahora se siente culpable de lo que le paso. Por si fuera poco, a eso va el añadido de las risillas de los que se enteraron en su trabajo.
Cuando mi amiga termina de contarme el caso, me quede sin habla. Ella sólo atino a agregar: ¡Que bueno que contigo nunca llego el tipo! Sí, sonrió haciendo ese típico gesto con la mano en la frente que indica un “Fiuu, de la que me salve”.

3. Mi historia queda como una anécdota entre chistosa y temeraria (a quien carajos se le ocurre tomar unas chelas con su asaltante y etc). Si, lo aclaro, distingo perfectamente entre estupidez y arrojo. O una gran autoestima y cero malicia. Nunca pensé que me fuera a pasar algo malo, aunque tome algunas precauciones (estaba dentro de un lugar público, iba preparado para lo peor). Tengo superpowers y la protección del pájaro Ku. De verdad lo creo.
La otra historia es trágica. Indignante. Horrible. Nadie, nadie merece ser violentado de esa forma, ser despojado de su libertad, ser objeto de amenazas e insultos, vulnerado en su intimidad y ser tratado como simple objeto de usarse y tirar.

4. Al parecer, me dice un amigo, corresponsal en el bajo mundo, la cosa funciona así: el tipo que me robo la cartera, después de quedarse con el dinero, la tiro. Siempre lo hacen porque si los tuerce un policía, además de quitarle el botín, se los lleva al fresco bote. Se quedan, uno o dos días y salen como si nada. Los otros, me dice son tan sólo unos de tantos sicópatas que deambulan con pistola en la city buscando a una próxima presa. Roban y empiezan las llamadas, buscan el contacto, la gente quiere recuperar sus cosas y cae. Adivinen quién es el rival más débil. Heavy stuff. A ellos, que de seguro se reirán después al recordar la angustia, el coraje y la impotencia de sus víctimas, no les importa nada ni nadie.

Si esto era una señal de advertencia.
Que puedo decir, pues eso.
Mensaje recibido, lección aprendida.
Please, don’t send any more.

5. Take care, pals.

rafa // viernes, julio 02, 2004