One, two, three... dice el acordeonista y empiezan con la historia de un tipo viejo enamorado de una jovencita a la que le dice «ponte contenta porque estoy aquí». Mmm, no queremos cosas tristes. Y el Checo empieza a teorizar:
El pedo con la música norteña es que en todas las canciones se sufre mucho.
Checo, Checo, pienso en silencio,
don´t start with that.
Afortunadamente, mejor se pone a cantar "
Tragos de amargo de licor" y esa rolita de
Piporro que dice: "
Ahora aquí estamos, será el destino, ¡qué casualidad!" . La tanda sale en 20 bucks. Mientras paga, yo no puedo dejar de obsevar que uno de los integrantes no tiene cuello (pienso inmediatamente en el capítulo de
Ren & Stimpy, cuando quieren ahorcar a Stimpy y no pueden porque Stimpy no tiene cuello. Checo le pregunta al acordeonista —que se parece un buen a
Ramón Ayala— que sentiría si un día despertase y fuera el mismísimo Ramón Ayala. Nos dijo una frase killer:
No me olvidaría de mis amigos.
Si me cubro de la envidia, no me hacen nada.
Después se acercan otros grupos diciendo un "
A ver si dejaron una para nosotros". Sorry vatos, ya tuvimos suficiente música norteña por hoy. Nos quedamos todavía un rato más escuchando a un tipo flaquísimo, ex crico boy, con el pelo largo hasta la cintura que lleva amarrado en una trenza. Canta ¨
Who stop the rain¨ con excelente acento y una voz que no sé porque me recordo al fallecido cantante de
Blind Melon.
Five year plans and new deals, wrapped in golden chains.And I wonder, still I wonder who’ll stop the rain. Muy triste, muy frágil. Platicamos un rato con él y nos cuenta a grandes rasgos la historia de su vida: tijuanero, 47 años, resentido por el abandono del padre, la lucha de su madre, las peleas con sus hermanos, la emigración a USA, el racismo, la vida loca, la muerte de su jefita y la tristeza infinita que le acarreo, la visita una vez por semana de las jainitas, el ver como todas están loquitas por el crystal, el cantar tres o cuatro veces "
Hotel California" (su canción más solicitada). Justo ahí lo perdimos.
Decidimos ir a caminar por la Zona Norte. ¨
El Centro te invita a ahogarte en diversión con la música más nueva del momento" reza un letrero cuadra abajo. Mmm, la famosa y muy denostada
Calle Cawila está más limpia y segura que muchas de la city. Policía y putas en cada esquina. Es temprano y todavía están abiertos los comercios que ofrecen justo lo que necesitan las chicas para rolar por ahí: falditas microscópicas, wonder bras, pelucas, zapatotes. Mmm, se ven tan tranquis working the street, lejos quedo la manifestación de hace unos días.
En
La Tropa Loca anuncian la visita de
Lorenzo de Monteclaro. Nice bajón. Subimos, pasamos frente al
Kinklé que anuncia con big cartel las caguamas a 18 pesos y las medias a 8 pesitos. All day & nigth. En el
Z hacemos nuestra segunda parada. Está en su estado natural, sin los juniors y los estudiantes y los bad kids for the weekend. Casi vacío, btw. Nos sentamos en la barra. Otra ronda de cerveza y
Coca Cola. Sin gente, no hace calor aunque el olor característico permanece imponente. Las canciones van de
Queen a
Molotov, de las baladas tormentosas a las norteñas sin prejuicios. I like this place very much, really.
Al lado de la rockola, descansa
The King of Zaca. Todo rolado y con la cara de tristeza que no puede mantener el tipo ni la corona, cortesía del
Burguer King, en su sitio. En medio de la pista, ella baila desenfrenada, eufórica, guiñando el ojo y acercando su trasero a nuestros cuerpos. Dancing queen. Se llama
Linda Jackson (great name, no?). Baila, da de golpes al pilar, nos arroja patadas dulces y se ríe con esa risa que tiene la gente perdida. Cuando suena esa rolita que dice "...yo sé que no es feliz, pero tiene un hogar...", nuestra
Linda Jackson se quiebra. Llora desconsolada en la mesa, da puñetazos a la mesa. Desde nuestros lugares vemos como el maquillaje se va desdibujando.
Linda Jackson está triste. The King of Zaca está triste y solo en su mesa, con la caguama a medio consumir. En la barra, estamos Checo y yo preguntándonos qué será lo que hace feliz a todos ellos. Para Linda Jackson no hay tiempo, tras la desgracia —¿una traición?—, el baile redentor:
I want to be free de
Queen suena otra vez y
Linda Jackson is dancing again.
Checo apunta certero:
No hay nada que una buena canción no solucione. Y sí,
God knows God knows we want to break free. Tras finalizar la segunda ronda, salimos del bar.
El Turis es el siguiente bar. Es temprano y es otro el público. Nos encontramos a
La Siete (pa´los cuates). Su t-shirt nos anunciaba
I´m your wish come true. Cierto, lo que buscabamos. Veinte minutos de sabiduría que se convertirían en casi hora y media de risa loca, de frases puntillosas, de filosofía callejera y sinceridad a pelo. Hace años que conozco a la
Siete Culos pero hasta ese día conocí a
La Siete (que no es lo mismo). Algunas de sus frases:
1. Dentro de mi soledad, no me importa el engaño.
2. A mi no me respete, ignoreme.
3. Judas era un cabrón.
4. No me gusta vivir como la gente normal.
Hablamos y hablamos. Nuestra
Pita Amor, es en serio, nos hizo ver que estabamos en la mesa de
Urano (la primera, justo a la entrada). Sentido común. Uranus, your anus (geddit?). We´re strange (como entonaba el inefable
Jim Morrison justo en ese momento). Con ella, nos declaramos homicidad del humor y qué risas y qué euforia y qué desatino el nuestro y qué historias las de ellas. Nos conto del tipo al que apodan
El Diablo y su novia, una chaparrita tartamuda que le buscaba pelea; de sus maldiciones y su concepto de la amistad sobre todas las cosas; de personajes weirdos que gritan «
Armas a mí» y piden «
Sexo para todos mis amigos. Quieran o no. Ahora» y nuestra risa incontenible. Cervezas para ellos y
Squirt pa´mi. Y su consejo:
Checo, rafa... hay que vivir. La mejor frase: