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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
viernes, octubre 08, 2004:
Hace un par de días, platicando con Maris -la única persona que aborrece como yo el «más sin embargo»- en la escuela me comentaba sobre su tema de tesis: sociolinguística aplicada a un grupo de personas que radican en Tijuana. Jóvenes adultos, arquitectos y de clase media alta. Estuvimos un buen rato platicando de las diferencias en los acentos y en el vocabulario empleado por diversos sectores en los que nos vemos inmersos.
Por ejemplo, la gente «trola» de Playas de Tijuana tiene un acento muy californiano -lo que sea que eso signifique- que no tienen los de fraccionamientos chakas como la Chapu y el Hipódromo (más chilango o regio en algunos casos) y mucho menos los barrios de clase media tradicionales como la Cacho y anexas (más llanero, por así decirlo). Y todos son trolos tijuaneros.
También está eso del uso indistinto del inglés o español en las conversaciones. Uno puedo estar hablando en español con los amigos y entre ellos, hay dos que usan el inglés en toda la plática sin ningún problema. O ese uso de palabras «arancheradas», insertadas de forma contundente en el vocabulario: del fenomenal «burros» al «Sicierto» por el «si, es cierto». Y que decir de las incorporaciones que uno ha hecho del humor tonto ensenadense que aplica la traducción a todo y que convierte el «Whats up» gringo en un «Qué hay arriba?» o el tatemado «Que cool!» en un «Que fresco». Superquesoso.
Alguna gente espera que los tijuanenses hablemos como norteños. Y no, nuestro acento es más neutral. A veces. Depende de la zona. En los márgenes se va haciendo más cantado o más aletargado con caída de tono en las últimas sílabas. Ni modo, la influencia de la Guasave culture. En Baja California, los broncos son los de Tecate (que parece que buscan pelea al decir Con permiso), los arencherados están en Mecsicali (ni modo, la influencia sonorense) y los cantores son de Ensenada. O algo así.
to be continued...
rafa //
viernes, octubre 08, 2004
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