LA CIUDAD EN MOVIMIENTO

lunes, septiembre 04, 2006:

De fiesta por siempre

¿Cómo salir en estas noches llenas de inseguridad?, ¿cómo apostar por la vanguardia cuando lo retro y el reciclaje saturan nuestros canales de atención?, ¿qué condiciones nos dan, qué pedimos a cambio?
"La calle es nuestra", escribe un viejo amigo mío como firma en sus emails. "Baile y resistencia" es su otro llamado a las armas. Nosotros, el contingente que hace de la semana un weekend eterno no tomamos en cuenta ninguna señal de alarma y preferimos sumergirnos en la cultura de la noche, hacer un tour inmoral por los mejores y peores bares de cualquier city, adictos como aquel poeta a la esperanza de que el ritmo y la alegría sean más fuertes que la estupidez y la intolerancia. Algo insano, como apuntarían las nunca bien valoradas y harto sampleadas ESG (Enterprising Scroggins Girls)

Dos
En el club o bar favorito --cualquiera que este sea-- podemos encontrar ese antídoto contra la depresión, ese Wadu-Wadu para re-relajar, del que nos hablaba en los ochenta el grupo argentino Virus. Ahí se impone a lo caótico del Losing my edge tan habitual; la primera regla zen es fluir. Por eso no es difícil trastocar lo enunciado por Rimbaud: "Algunos chicos ahogan maldiciones a lo largo de los bares", y anotar que aún en ciudades pequeñas hay opciones para todos los gustos.
Desde los mid-80's, el club-land es el supermercado del estilo para la gente que está ya sea a la caza de la última experiencia, determinada a vivir el presente que se hace añejo casi al instante o, en muchos casos, destinada a participar por inercia en campos de simulación a través de la nostalgia. "The choice is yours", pudiera ser el mensaje en la tapa de la cerveza.

Tres
El acid house y la cultura techno han dejado un legado impresionante, rotas algunas reglas y modificadas las leyes de atracción y del divertimento barato. Ahí esta el sentido de exploración, esa improvisación imposible en otras épocas y una zona de confort para eso que llaman diversidad; además, se apostó tanto por la recuperación y recreación de espacios como por una ampliación del campo de batalla. El centro se desdibujó y la periferia fue un asunto de todos. Por ello, ahora el reven --la fiesta, el party-- no se circunscribe a un sólo espacio o a una zona específica de esparcimiento. La ciudad extiende su manto y arropa múltiples posibilidades. Eso lo saben desde público iniciado hasta los dueños de espacios y promotores independientes que apuestan a ganar.
Sin embargo, la fiesta, afirma el DJ Sr. Ejival, es una cosa tan especulativa como la Bolsa de Valores. Dependiendo de la calidad y cantidad de información que tengas como público cau(ac)tivo será tu garantía de acertar al elegir una ruta de evasión. Hay que recordar que, como los shoegazer, ésta es una escena que se celebra a sí misma. Indulgente y hedonista, un círculo cerrado que a veces se abre para los neófitos y villamelones. El reven, como el tiempo libre, es algo que se prende y se apaga cual luciérnaga.

Cuatro
Salir de fiesta no es cosa sencilla. Los tiempos cambian, los espacios de fiesta se mueven y trasgreden, el mismo público se enreda en espirales de nula fidelidad. Sin embargo, una cosa es cierta, los macro-clubs are dead y la velvet-rope, ese delgado instrumento del clasismo, está totally demodé. Esos lugares se han convertido en reductos para nostálgicos socialités, wannabes que no leen revistas de tendencias, narcokids con ínfulas o la típica gente que siempre llega tarde a todos lados. Algo nada divertido, btw.

Cinco
Pero la gente sale y se divierte. ¿Drogas? Sí, por supuesto (pero se consumen en casa. Hay demasiados retenes y operativos para caer por ello y arruinar nuestra mejor noche). También hay un poder de convocatoria invisible, que se mueve por internet a través de blogs y sitios como myspace, que se delata en cada mensaje SMS o con el tono del Nextel (ésa es una de las razones por las que el flyer está cada vez más en desuso. Al menos el de papel). La red, ese instrumento de aislamiento y desarraigo, nos mueve e incita al party.
¿El estilo? Es y no es un problema. Hay espacios para todos los gustos, posibilidades económicas y tendencias. Los hay en todos lados (lo difícil era encontrarlos, pero ahora gracias a los party-bloggers puedes incluso saber precios, horarios y hasta las canciones que hay en la rockola). Lo que importa es que sean lugares con una joie de vivre que conecte el ambiente, música y personajes; esos ambientes son controlados (en apariencia) pero permiten (en lo vivencial) ciertos recovecos que incitan a lo lúdico, que facilitan el relajamiento de eso que llaman "moral pública" y dan las coordenadas de esa vía de escape a un neo conservadurismo cada día más evidente. El reven es nuestra zona duty-free.

Seis
Ahora mismo, la ciudad inmersa en el caos es nuestro playground (lo es también, bad luck, para los políticos de quita y pon). Heriberto Yépez, escritor que recupera su party animal interior, , afirma que el apocalipsis es la perfecta excusa para organizar la fiesta final --bacanal absoluta y orgía all inclusive-- cada fin de semana. Cierto, la pregunta de cierre de fiesta podría ser: ¿cuántos estaremos aquí el próximo weekend? Y la respuesta inmediata sería: Siempre nos quedará la noche.
Así podemos entender esa visión del party --el reven-- como única salida, (casi) siempre con el ánimo de despedida, como un indicador más que nos dice que ya nada será igual. Por eso, el afán y las ganas de caer en los excesos y sortear sus peligrosas aristas, de registrar por completo los detalles no sólo en nuestra eufórica memoria sino en cada una de esas extensiones de la virtualidad (la foto y el video que irán a parar a flickr y youtube, respectivamente).
Salimos porque ya no podemos estar adentro, reprimidos y temerosos, ante el no muy radiante clima social; salimos porque es señal de estar vivos y de que nos interesa, por lo menos en el plano meramente simbólico, entrar en contacto con ese "otro" que también somos nosotros. Si, como menciona el antropólogo español Manuel Delgado, en la calle donde está el sitio de los que no tienen sitio, vale la pena señalar que es ahí mismo donde se lleva a cabo esa "fiesta peregrina... lo qué-más-da del nómada" (Yépez dixit).

Siete
El espectáculo somos nosotros, una simulación perfecta de la deriva situacionista que persigue la ruta de la cerveza barata o el encuentro de las body con girls con los mix'n'match boys, la juventud laica con los nuevos radicales que planean su euforia con las nuevas sustancias. La fiesta se ha vuelto intergeneracional, casi metasexual, en caída libre por ambos lados de la moneda, con un consumo de drogas cada vez más alejado de una rebeldía exhibicionista propia del contingente re'teen y más cercano al puro efecto mariposa. Alguien, diría Baudrillard, perdió el guión en aras de la fragmentación (demasiado espacios diminutos y reducidos, demasiado snobismo no apto para este siglo).

Ocho
Los after-hours, los in-house parties, las versiones remezcladas que acaban a las 10 de la mañana. Please, díganme que esto durará por siempre.


*Este texto apareció el domingo 3 de sep. en el diario REFORMA.
**Thanks a my friends Hache, Sr. Ejival & Cham por sus comentarios y tiempo.

Please, don´t bother me (estoy cambiando de canal)

rafa // lunes, septiembre 04, 2006