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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
miércoles, noviembre 24, 2004:
historias de taxi
Se subió en la Plaza Financiera. Antes de hacerlo, preguntó que si el taxi llegaba hasta Otay. Nerviosa, flaquísima, la ropa deslavada. Se sentó en el asiento de frente, al lado del chofer. Yo iba pensando en cómo bloquear esa tonada maquila que sonaba en la radio y cuyo estribillo sabía me perseguiría por toda la tarde. Empezó a hablar en inglés. Algo de su vato, alguna alusión a una pariente en San Bernardino que era una jodemadres. Eso lo dijo en español. Jodemadres. Es una de las pocas veces que lo escuchado así, de junto y con un tonito anorteñado.
Cuando llegamos al semáforo de la C.F.E., preguntó por un puente que, según ella, llevaba a la colonia Castillo. Por ahí donde pasa el tren, agregó. Ya estaba otra canción sonando y yo no podía dejar de entonar en mi mente aquel otro estribillo. Ni modo, ya me fregue, pensé.
Ella pidió bajar. Aquí, aquí. Antes del cambio de luz. Se bajo corriendo. Sin pagar. El chofer, al escuchar el claxon de los otros autos, sólo atino a cerrar la puerta y avanzar. Justo enfrente del Gigante [nunca he podido decirle así, para mi siempre será el mercado Limón] detuvo el auto y dijo: No mames, pinche vieja. Vean, se le cayeron las uñas.
Los que ibamos en el asiento de enmedio nos asomamos curiosos para ver, en efecto, tiradas en el asiento tres uñas pintadas de morado con todo y sangrita.
Please, don´t bother me (estoy cambiando de canal)
rafa //
miércoles, noviembre 24, 2004
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