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LA CIUDAD EN MOVIMIENTO
lunes, noviembre 24, 2003:
día 4
A las 6am salgo del hotel, voy al sitio de taxis y en 8 minutos (sorry, pienso en lagueño) estoy en la central caminonera. Mucho frío, cansado por el ajetreo de los últimos días esperando a que den las 7am para tomar el autobús. A un lado están buten jóvenes uniformados, de kakhis y camisa blanca o negra. Al verlos recordé que ayer en El Calvario, el ama de llaves preguntó si eramos parte del congreso y nosotros le dijimos que sí, pero ella se refería al Congreso de Jóvenes Católicos. No pude evitar reírme.
En el camino, el autobús empezo a tener problemas. Cada 2 minutos, parecía que frenaba y nosotros, unos 7 pasajeros, brincabamos por el efecto. Casi al llegar a Chapala nos pasaron a otro camión. A las 10am ya estaba en Guadalajara. Le hable a Juan (su blog es Ministerio de Comunicación de la Nueva Galicia), que conocí a través del blog, estaba dormido pero quedamos en vernos en el Teatro Degollado. Busqué un camión para caer al centro pero me traían de aquí allá, así que mejor tomé un taxi (50 pesitos, Chido*). El taxista pregunto de donde era, cuando le dije que de Tijuana, se asombró que no tuviera acento norteño. Si, le dije, los que dicen huerco y esas cosas son los de Monterrey. Como es típico de los taxistas, me contó todas sus andanzas y hasta la geneología familar. Lo bueno fue que, por lo menos, tenía chispa para contarlo.
Llegué rápido al Teatro Degollado. Como tenía tiempo aproveché para entrar a la Discoteca Aguilar, me compré en barata un disco de éxitos de la Motown y otro más de clásicos de la Hi energy que pensé en regalar a DJ Tolo (ya lo escuché y mejor no); también paseé un rato por la zona. Al rato llegó Juan, fuimos a desayunar al Café La Paloma y despues, pasamos a la librería Gandhi. Ey, ahí me salió lo culturoso y tras revisar anaquel tras anaquel, me compré un buen de libros: Lo que realmente quiere el tío Sam de Noam Chomsky, Interculturalidad y comunicación de Alejandro Grimson, Emergencia de culturas juveniles de Rossana Reguillo, el buscadísmo La Revolución Pop de Jesús Ordovás, Apocalípticos e integrados de Eco, Las formas de olvido de Marc Augé y hasta un manual de edición que editó la UDG. Me quede con ganas de otros libros (iu! se gasto un chingo de lana. Yeah, otra referencia lagueña).
Con Juan platiqué de la escena electrónica tijuanera, de libros y etc. Fue un guía de turista versión express. Fuimos al Congreso (me senté en una curul y eso fue muy weird), vi algunos de los murales de Orozco que recordaba de los libros de la primaria (ese donde Hidalgo se ve impresionante con el puño peleonero) y Juan me tomó muy amablemente una foto con una escultura que representa el momento en que Juárez dice eso de "Los valientes no asesinan". ahí presencié algo que nos dice que todo se vale en esta vida: en una zona de vendedores ambulantes estaba uno que ofrecía pomadas para la piel con tremenda lagartija arriba del maletín. Un buten de gente escuchándolo y al lado, otros dos vendedores de productos para uñas enterradas y evitar la caída de pelo, todos sacados de onda. Una lección popular de mercadotecnia.
Ah, también vi «La calaverita», otra argucia atrapa estúpidos bastante cool.
Tomamos el metro para ir al centro y cuando subíamos a la explanada, Juan dijo algo tremendo: Siempre que subo estas escalinatas siento que estoy en el DF. Antes de poder ver algo, escuchamos los gritos de un merólico del tipo Estamos aquí ofreciéndole un nuevo producto y etc. Cierto: Todo México se está convirtiendo en DF (ey, y que onda con la mentada «tijuanización», vatos?). Quisimos entrar al Hospicio Cabañas pero ya estaban cerrando. Decidimos ir al Mercado San Juan de Dios a buscar un encargo de Mr Chamuco, recorrimos un sin fin de pasillos que me hicieron pensar la movie aquella de La pequeña china. Había de todo, lo cual no me sorprendió. Me compre una t-shirt de Snoopy abrazando una botella de Coca Cola. Super chida*. Chin, no encontré el puesto (sorry, Chamuco).
De ahí, otra vez al metro. Pasamos a comer algo antes de que me dejará en el Aeropuerto. Ni modo, había quedado con Hache de vernos a las 4pm allá y ya eran casi las 5pm. Nos fuimos escuchando a Jesus and Mary Chain y a uno de esos grupos raros de GDL que ponía mi amigo Poncho en su programa de Radio Universidad. Ey, no puede localizarlo ni a Yvonne, deje no sé en donde sus teléfonos. Le entregué un par de discos: uno de Mosquito y otro Laplace.
En uno de los pasillos encontré al Yépez, había ido a buscarme. Estaba con la gente de la maestría que está cursando. Tardamos en abordar un buen, ya en el avión no dejamos de platicar del evento y sacamos algunas conclusiones: primero, que amamos realmente a nuestra ciudad —y no es choro, Nacho Betancourt dijo que se nota la pasión cuando nos referimos a ella—; segundo, que nuestra postura ideológica no es nada dogmática ni ortodoxa y que, je je, si somos unos «happy nihilistas»; tercero, que que si nos invitan al fin del mundo, vamos a ir con ganas de disfrutarlo. Brindamos con una Modelo por ello.
Al momento de aterrizar, un grupo de chicos next generation aplaudieron. ¿Qué les pasa? çEso no rifó. En fin, a Tijuana, como al Duvalín, no la cambio por nada.
pd: un chido* bien aplicado es chido*.
rafa //
lunes, noviembre 24, 2003
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